jueves, 18 de diciembre de 2014
Artículo de opinión sobre el modelo didáctico germinal o iniciativo
En la historia de la educación se han descrito variedad de modelos didácticos. La mayoría de los modelos tradicionales se han centrado en el profesorado y en los contenidos , dejando en segundo plano al alumnado, el contexto y la metodología empleada. La Escuela Nueva surgiría como un movimiento de renovación pedagógica a finales del siglo XIX buscando la comprensión y la creatividad, mediante el descubrimiento y la experimentación por parte del alumno. Sus principales pedagogos fueron John Dewey, María Montessori, Célestin Freinet y Jean Piaget, entre otros muchos, aunque ya adelantaban en el siglo XVI la necesidad de esta nueva pedagogía pensadores como J.J. Rosseau. En este nuevo modelo pedagógico el docente se convertía en un guía del desarrollo del alumno, pues la educación se entendió, ya en aquel entonces, como un proceso que ayudaba a desarrollar las cualidades creadoras en el alumno y no sólo eso, sino que también se dieron cuenta de cómo la sociedad necesitaba de este para poder reorganizarla y transformarla a favor de la comunidad. Esta nueva corriente proponía una pedagogía activa en la cual no solo se trataba de que el estudiante asimilara lo conocido, sino que se iniciara en el proceso de conocer a través de la búsqueda, de la investigación, siempre respetando su individualidad. El profesor facilitaba la actividad, observaba y despertaba el interés del alumno, como se ha comentado, mediante la utilización de métodos activos, siendo así el alumno el sujeto activo y el profesor un facilitador del proceso. Pues este modelo se centró en el conocimiento profundo del alumno para que él pudiera desarrollarse, y es en este tipo de pedagogía donde tiene su base el modelo didáctico iniciativo. Ejemplos claros de esta postura metodológica germinal centrada en el alumno fueron: los Centros de Interés de Decroly, los cuales centraban los temas de estudio de acuerdo con los intereses de los niños en cada edad (estos se formularon a partir del concepto de globalización) y el Calculo Vivo de Freinet, una técnica que permitía el aprendizaje significativo y funcional (vivo) de las actividades matemáticas, mediante problemas de la vida real.
A medida que he ido adentrándome en el estudio de este tipo de modelo didáctico , todo el tiempo me he estado planteando la siguiente pregunta: ¿Sería posible aplicarlo dentro de la organización actual del sistema educativo ? A mi parecer, el docente no dispone ni de tiempo ni de medios suficientes como para poder dedicar una enseñanza centrada en las necesidades de cada alumno por separado, puesto que hoy en día las aulas están compuestas por grupos grandes de estudiantes, pero sí que tiene en sus manos el poder de adaptar el curriculum a las necesidades del grupo y poder enseñar su asignatura con el método que crea más conveniente (curriculum oculto). Pues la ley, nos dice unos contenidos mínimos que hay que dar, pero no el cómo. Ahí es donde el profesor puede demostrar su capacidad de adaptación, creatividad, su función de guía en el desarrollo del niño, etc. En definitiva, mostrar que tiene recursos y que su función principal no es la de llenar cabezas de alumnos pasivos con datos, sino que lo que pretende es que se aprenda, que el alumno aprenda a aprender y por ello el aprendizaje se puede incluso extrapolar fuera del aula... Pero para que estos interioricen lo que se les enseña, creo que es necesario que lo lleven a la práctica. El poder plantearles a los estudiantes actividades en las que sean conscientes de que lo que están realizando les servirá para afrontar problemas del día a día, cotidianos (Cálculo Vivo), les ayudará a querer descubrir por ellos mismos y a mostrar más interés y mayor grado de participación en las actividades. Todo lo mencionado, no sólo ayuda a que el aprendizaje sea más efectivo sino que también favorece a que se cree un mejor ambiente de trabajo, cooperativo, tanto en actividades de grupo como en individuales y una mejor relación alumno-profesor en la que este aprende de él y viceversa. Por tanto, con la aplicación de este método didáctico el docente estaría propiciando el diálogo y el intercambio de saberes, una nueva relación que bajo mi punto de vista es necesaria en las aulas del siglo XXI.
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